jueves, 28 de junio de 2007

CAPÍTULO SEXTO
QUE NARRA OTRO HERMOSO DIÁLOGO RECOPILADO POR FORTUNA DE AQUEL MARAVILLOSO CARNAVAL

Como me hube despertado en oramala, acabado ia el banquetal, aquese mi non carnaval, debajo de una gruesa higuera, salí a recorrer los caminos i las plazas de aquella enorme ciudá. No dando io con gente alguna por las calles, vine en allegarme al mercado principal. Una vez llegado, curioso por la suerte i desenlace de aquel recién pasado festival, comencé a preguntar a las yentes, pero no di con respuesta alguna que satisficiera mis anhelos. Incluso dudé si lo hube o no de sonnar, pero en sintiendo las heces vinagres de mi boca, recordé mui presto que no era hediondo por beber el bálsamo de Fortinbrás, sino por haber caído en las ardides i sensualidad de Penía en aquel mismo carnaval.
Me tenía tomada la desesperanza, cuando en una venta de libros usados, un sennor de los de lanza en astillero, desos profesionales de las armas, venturosos caballeros andantes como mi don Quixote, que era profesión masiva para la mi sorpresa, encontré unas hojas de alcornoque parecidas a las mías aunque mejor escribidas, de un pulso más firme i de una letra major rubricada que la mía. Como me diera la impresión de que algún otro sennor había imitado la labor que io también hiciera, tomando muestra i senna de lo que en el festival hubiera acontecido, cogí los papeles i comencé a leerlos con singular afán. En efecto, narraba con tanta elegancia un diálogo acerca de las sociedades reprimidas i las consecuencias del vigilar i el castigar, que mui de propósito me senté a leerlo. Recogida todas las letras i palabras de tales alcornoques, irónica fue mi sorpesa cuando vi que la firma que se asignaba tal escrito decía "Don Miguel de Cervantes i Saavedra".

Vean, queridos lectores, lo que en estos papeles...registré.

J.G., el cantante: ...mi país vivió casi tres décadas de dictadura militar. Fue, ciertamente, una época horrible. No podíai salir a las calles o los milicos te rajaban, no podíai carretiar ni hacer ni una hueá'... compadezco a los jóvenes de ahora y la raja por ellos, cachái.
El Cura H.: Jovencito, mida sus palabras, pues gracias a esos magnos esfuerzos, el país pudo salir adelante.
J.G.: No mido ni los jales que me pego y voi a medir mis palabras, viejo hueón. Menos voi a medir el tanto vino que he tomado i que voi a seguir tomando.
T.F., el cantante: ¡Bien dicho, hijo! Porque lo cierto es que...de que el vino e' güeno, e güeno.
J.G.: Además, seguimos siendo hijos del sistema capitalista. EE.UU. nos domina, somos un país pisoteado por ellos. ¡Viva la libertad, viejo de mierda!...¡i que muera la censura! ¿O solo hai censura para los viejos de sotana, como vo', intento de nazi, cuando abusan de los niños?..
M.F.: Tienes razón, hijo. También mis pensamientos te apoyan. Como el mundo, pasado el s. XVIII, se tornó en vigilar i castigar, en reprimir i observar, en el modelo de panóptico de la carcel...
UN TRABAJADOR DE HOSPITAL: ¡Cierto, mui cierto! Las habitaciones hospitalarias no son sino cárceles. El trato, las más de las veces, es indigno. Los pacientes son verdaderos reos i ahora que lo pienso más detenidamente, no dista mucho de un inmobiliario de cárcel.
M.F.: Justamente así es. Sea necesario o innecesario, bueno o malo, no viene a mi caso. Mi labor fue observar i entregar lo observado; algo meramente descriptivo.
A.Q.: Concuerdo con usted, señor. Y además, me gustaría agregar lo siguiente. Los nuestros padres i los sus abuelos i así un par de generaciones hacia atrás, crecieron en un sistema de represión, no tanto por la dictadura militar en sí, sino por el modelo o sistema en que fueron educados. Un determinista le podría llamar su entorno. Un existencialista podría decir que no hay mayor salida. Platón diría que simplemente hay hombres superiores a otros -(Y Platón que a la sazón del discurso de este joven se hallaba tan ebrio como extasiado, de tal modo que ya no era parte del saraal)- y mui probablemente criticaría la labor de aquellos regidores. El hecho es que nuestros padres, lo puedan ver o no, crecieron en un sistema de represión en que nunca tuvieron muchas posibilidades de diálogo ni de libertad (o de la expresión desta).
M.de U.: Justamente, según mi juicio que eso de los padres no verse a sí mismos téngolo por muy cierto, cuanto que lo podría decir así: el hombre nunca está en frente de lo que está ni puede ver su presente sin haber pasado, o como es sabido, no verá sus errores sino una vez cometidos i en largo tiempo después. Maquiavelo bien dijo que nadie puede apreciar mejor la cima de una montaña que el que está al pie de esta. Hagamos equivalente ambos razonamientos y tomémolos por cierto.
M.de S.: Como el hombre que no puede procurarse placer a sí mismo con su propia boca por un asunto de anatomía y elasticidad. Por ello precisa de una boca ajena que bañe su miembro de saliva y excitación.
D.: I sería lo mismo decir que un otro devenga i se conforme con él y su deseo perturbado.
M.F.: Helo al pobre sujeto si revelara sus anhelos sexuales, pues en cuanto lo hiciera en cuanto sería castigado, apuntado con el dedo. Le reprocharían cuanto sus lenguas pudieran, solo por costumbre, solo por haber crecido en ese sistema de vigilancia y reproche. Quizás no lo castigarían por falta de posibilidad, pero en existiendo apenas esta, lo harían sin más.
A.Q.: En mi tierra, que por esta realidad hablo pues desconozco otra, es precisamente lo que ocurre. Valoro, al igual que el señor J.G., e incluso defiendo a los niños i adolescentes de la generación en gestación. Valoro que el diálogo sea posible, que no se exijan cosas por exigir, que se les fundamente con razones y no con la fórmula usada y antigua del "porque sí". Que los niños aprendan las cosas a la luz de la información y que crezcan en un sistema de libertad. En el aire puedo sentir que es un período de cambio...y eso me alegra profundamente.
S.F.: Pero el niño del que hablas en algún momento crecerá y volverá a actuar de igual manera.
A.Q.: Eso lo dice usted porque también creció bajo ese sistema.
S.F.: Pero me pude abstraer. Y vieras cuánto mal me trató la gente mientras viví. De eso creo que estás al tanto.
A.Q.: Tanto como dicen las biografías que hablan de usted, pero más allá esme imposible. Sus vivencias nadie las sabe mejor que usted mismo.
S.F.: Es exactamente el mismo principio del sicoanálisis.
ROCINANTE: Aunque nadie sabe mejor las hazañas de mi amo que io, ¿cómo explicaría aquello, señor?
S.F.: La razón de tu amo respondía a otros parámetros. Cuando hablamos generalizando, excluimos la marginalidad. Y tu amo no pertenecía, que digamos, a la normalidad.
C.G.: Tan cierto como que la economía estudia lo regular i constante por sobre lo particular. Por ejemplo, un vendedor de helados, destos de pedestre garbo, lo más normal es que en temporada estival se vaya a las playas a vender sus helados, pues el común de la gente tiene un comportamiento común, cual es tomar helado en tiempo de playa porque hace calor y satisface su necesidad de frescura, calor o sed; y no por unos pocos que tomen helados en invierno, convenirá al tal heladero vender helados en inviernos, pues se verá desmejorado, económicamente hablando.
S.F.: Veo que tú, A.Q., también perteneces al mismo sistema, pues me tratas de usted...
A.Q.: Concuerdo con ello, pero me creo en un estado intermedio, como entre la luz exterior i la oscuridad de la caverna. Al menos estoi conciente de tal realidad, lo que quiere decir que ia estoi un poco más acá.
M.de U.: Aunque es lo mismo estar más acá que más allá.
S.F.: Pero veo que este niño se contradice.
M.de U.: ¿Y qué es la vida, acaso, sino contradicción?
BABIECA: Como mi àm i la súa estoria con el rex Idelfonso, qual tras averlo ofrentado e deterrado, por mal consejo de otros sennores de la súa corte, non gela diesse de pro vida la disscordia por aver catado por los sos ojos su ferror.
G.M.: Pero antes ya se dijo que la vida tiene su curso natural y que el hombre no puede rehuír a este.
A.Q.: He ahí mi temor...
S.F.: Si hay algo constante en el hombre es la lucha entre la agresión y el amor. Por tanto, siempre será lo mismo y, como antes creo haber oído de aquel Rocinante, solo mudan las circunstancias.
A.Q.: Pero el mundo aún así sufre cambios...
M.F.: Como los sufrió luego de la modernidad.
UN NIÑO: Sí, porque cuando uno va a un supermercado hay una cámara y un letrero que dice "sonría, lo estamos filmando". Y yo siempre le hago un "hoyúo".
P.Y.: Y yo un patoyáñez.
OTRO NIÑO: Y en el metro también hay cámaras y en el estadio y en la calle. Pero algunos dicen que es por la delincuencia.
UN GENDARME: No se merecen otro trato esos malnacidos.
M.F.: Todos merecemos un trato digno, señor.
UN GENDARME: ¿Incluso un violador...? ¿Dirías lo mismo si alguien viola a tu hija?
M.F.: ...
T.F.: ¡Sigamos bebiendo vino!
H.: ¡Un violeta i sabroso vino!
J.G.: ¡Salú por esta fiesta y por nuestro descanso eterno!
TODOS: ¡Salú!


1 comentario:

Anónimo dijo...

mala tu wea