jueves, 28 de junio de 2007

CAPÍTULO QUINTO
QUE VERSA SOBRE EL MAGNÍFICO DIÁLOGO QUE SE DIO ENTRE UN GRUPO DE SABIOS OMES

Este registro, querido lector, quiero entregarte para que deleites tu ingenio, pues no hai nada de aquí que no pueda traer algo en provecho a tu memoria. Si así no fuere, que el Diablo lleve al caldero hirviendo mi único braço libre o se lo dé de yantar a los fieros buitres. Sea.
Resulta, pues, que no pude participar del carnaval pero sí me entretuve mirando con ojos extranjeros. Fue ansí que traído fuera deste por mí mismo, di con un diálogo tan entretenido cuan absurdo, que de no nacer i morir en el mismo carnaval, fuera dél no tendría sentido. Esto es lo que alcancé a registrar.

A.: ...en potencia o en acto: he ahí los dos conceptos claves de la posibilidad de perfeción de los hombres. El acto es lo que actualmente es un hombre. La potencia es su máxima capacidad de desarrollo. Toda vez que adquiere una arte nueva posible, la actualiza y queda registrado en su acto. Por lo tanto, el hombre mientras mayor sea su potencial, mayor podrá ser su nivel de perfección.
D.: Pero...¿acaso el hombre no es perfecto mientras más elementos de un otro lo constituyen, mientras muchos devienen en él?
S.F.: Como así su perfección está en la mayor posibilidad genética mientras mayor sea su mezcla con otras razas.
A.H.: Yo caí en el error de considerarlo a la inversa. Creía que las razas eran más perfectas cuanto más puras, pero no estaba al tanto de que la perfección es en cuanto más se sume. He ahí que estoy de acuerdo con el señor A. pero también en acuerdo con los dos señores últimos.
A.: ¡Aquello que dicen señores es contra toda razón natural! Los hombres no son sino hombres, su esencia es ser hombre y no otra cosa. Así el caballo es caballo y el perro, perro.
P.: Mi otrora discípulo tiene razón, señores. En un hombre no puede más que devenir un hombre. Digo devenir para seguir su línea de pensamiento y hacerlos entender por sus propias palabras.
S.: Si me permiten, caballeros... Ocurrió que cierta vez un hombre aburrido de amar como hombre, empezó a observar las formas de apareamiento de los distintos animales y quiso practicarlas con una de sus esposas, la menos mujer. De este modo, digo, luego de observar y observar, comenzó a llevarlas a cabo. Amó a aquella mujer de muchos modos: como mono, como león, como jamelgo, como jumento...i tantos animales más. Pero entonces se dio cuenta de algo: que los animales amaban solo por instinto y que el placer no estaba asociado en ellos más que por accesoriedad. Que su fin primero y último era la reproducción y que aquella diferencia los hacía ser a ellos animales y a nosotros hombres: el saber, la razón.
S.F.: He ahí lo que hemos querido venir diciendo los unos. Que el hombre es más animal que racional y que la razón solo le sirve para retener cosas, que es su parte memoria, y para reprimir otras, que es su parte moral. Todo como parte de su conciente. Pero también hay en el hombre una parte ello, una parte inconciente. Es esta el hogar de los impulsos o pulsiones, de energía vital y sensorial. De aquí viajan a la parte conciente y son encriptadas como categorías actuales. Pero muchas de estas pulsiones son de tipo sexual, las hay de eros y las hay de thanatos, de amor y de muerte, y dentre las mortales están las animalmente sexuales, esas que transforman al hombre en animal en el acto sexual, enajenándolo, o que mejor dicho, enseñan el lado animal del hombre o lo que en ellos deviene del resto...
G.: Del mismo modo no solo en el mundo conciente sino también en un mundo inconciente y fantástico devenimos no solo en animales sino en los más extraños elementos que la realidad o vigilia concibiesen.
S.H.: Los-hom-bres,me-gus-ta-ría-de-cir, es-ta-mos-des-cu-brien-do-
un-nue-vo-ca-mi-no. Es-ta-mos-de-vi-nien-do-en-hom-bres-má-qui-nas.
UN RELATIVISTA: Cierto es que los hombres antiguos no concibieran estas visiones, pues el ethos de aquellos tiempos era diverso al de estos.
UN DETERMINISTA: A lo que habría que agregar, que su entorno cultural los hacía posibles solo en cuanto a lo que entonces existiera.
K.M.: Y también, que las condiciones materiales eran muy diferentes. No primaba tanto la necesidad como con la explotación capitalista que se vivió a inicios de mi siglo. Los hombres de antes eran otra cosa.
ROCINANTE: ¡Cuán lejos frisas con la verdá, amigo! Los hombres han sido siempre lo mismo, y es raro que tú, hablando de condiciones materiales y tan grande pensador no lo entiendas. Los hombres son siempre lo mismo y lo único que los hace diferentes es el cambio de circunstancias materiales. Pero siempre será el mismo mientras no mude su especie: he ahí la razón que considero del señor A., pero también, le doy la razón a todos los que hasta ahora han hablado, pues de las verdades de cada uno de ustedes se ha ido formando una verdad conjunta.
M.B.: ¡Polifonía, señores!
M.de U.: Y diálogo, ¡mucho diálogo!
LOS PERROS DE CERVANTES: ¡Guau!
G.S.: Como en mi religión, que analógicamente las almas indivuales se reúnen en una universal. Que cada una por sí misma no vale en menos ni en más que otra, por muy mínimo de forma que sea el ser, y que en el conjunto cobra su verdadera vitalidad y existencia.
UN RELATIVISTA: Pues que no hay verdades absolutas, sino relativas. Cada hombre tiene su verdad que sumada a otra verdad y a otra, hacen una colectiva.
D.: Como en las ciencias y en la vida y en la verdad de los hombres, que ninguna prima por sobre las otras y que todas pueden ser base o cúspide, según se las mire. Pero en lo principal, todas son iguales, como los rizomas y como en las ciencias. Ninguna está por sobre la otra y no ha aquel esquema de principios y derivaciones. De la construcción de todos con todos se va haciendo el todo cultural del hombre, el hombre mismo y todo lo que en el mundo existe.
M.B.: El mundo es intertextual. Todo se relaciona con todo. Lo de acá mira de reojo a lo de allá. El de allá no evoluciona sin el de acá.
M.de U.: Como el hombre y su ser, que sin otros que le acompañen, simplemente no tendría eso que los griegos llamaron logos, pero aún así existiría.
R.D. : Pero para existir tendría que tener conciencia de su existencia.
M.de U.: No es necesario, creo yo, señor. ¡Sum ergo cogito!
CH.B.: Comparto con este último señor, pues, aunque no sepa hablar sus ganas de cagar le harán saber que sí existe. El hombre existe porque le duele la guata, porque tiene ganas de cagar o porque vomita cuando el alcohol le ha reventado las tripas. Que sepa hablar o pensar, que es lo mismo, no le trae en existir.
M. de U.: Pues precisamente existirá aún no teniendo el logos. ¿Quién dudaría de la existencia de los animales?
G.M.: O de las plantas y en especial de mis queridas arvejas.
M de U.: El hombre existe en cuanto es. ¿No ha de sentirse el hombre más vivo no pensando su existencia, sino cuando más cercana siente la muerte o sus símiles, como el rechazo amoroso o el sentir la traición arder en el estómago?
D.: He ahí, incluso, a las células del estómago deviniendo en algo más que células, pues padecen el dolor del desengaño. O bien podrímos decir, el hombre deviniendo en insignificantes células estomacales y reducido entonces solo a ellas. Y en relación con lo que dice el señor M. de U., cobrando existencia desde el dolor de las células y no de la reflexión.

UN ANARQUISTA MÍSTICO: Debemos eliminar las barreras y las reglas.

Aparte.
E.D.del A.: Ya saliste con tus teorías raras, tío.
Don F., el ANARQUISTA MÍSTICO: Es cierto, es cierto, hija mía.
E.D.del A.: No soy tu hija, tío, sino tu sobrina.
Don F.: ¿Acaso no es padre el que cría i no el que fertiliza?
E.D.del A.: Aún así no eres sino mi tío, y eso no cambiará nunca.
Don F.: Ocurre, que estás equivocada, hija. Y cegada por las reglas absurdas del mundo.
E.D.del A.: El mundo no vive ni vivirá de tus teorías raras. Casi pareces un comunista.
Don F.: ¡Un momento, hija! Comunista sí que no, antes la muerte.

D.Q.: Perdón la entromisión, señores, pero no pude evitar escuchar sus encontradas raçones. Debiéredes, fermosa dama, oír las ensennanças de este vuestro tío o padre, en este caso padre las más veces. Los hombres han vuelto su maldad en flores i los campos como llenas así de estas llenas de aquella. Ya no ha el mundo como en su tiempo aureo. El mundo que se sustentaba a sí mismo, donde las reglas no eran precisas, pues todo era armonía y paz...aquella edad de oro.
B.R.: Aquello acabó con el nacimiento de la propiedad, cuando un hombre cercó un pedazo de tierra y dijo "esto es mío". Entonces, el resto le imitaron. Y acabada ya la edá dorada, de la que vos hablas, bienarmado, nunca más fuere posible la vuelta atrás. De este modo, lo mejor fue buscar una forma de ordenar: he ahí el nacimiento del derecho y de la propiedad. He ahí el nacimiento de la organización social...
I.K.: ¡Exacto! Como el hombre se viera obligado, así hubo de encontrar la mejor forma de obligarse. He ahí mi propuesta de la moral convencida e imperativos categóricos.
E.D.del A.: Eso es justamente lo que trataba de decirte, tío. Que el mundo ya es de una forma y en base a esta tenemos que actuar. De tal modo que, como el mundo es así, no tienen validez tus ideas, por muy bellas que suenen.
D.A.: Como en el infierno, que está plagado de buenas intenciones.
I.K.: Lo inevitable del hombre, su razón a priori, retomando la idea de lo que ya nos viene dado y que es de tal modo y no de otro.
D.Q.: Habláis como todos los hombres desta tierra. Por eso que la habitáis sin habitarla y la vivís sin vivirla.
ROCINANTE: Es inevitable, amo. La vida tiene su curso y a diario la naturaleza nos habla en todas partes y de todas formas para recordárnoslo. Lo que es a priori es inmudable.
G.M.: ¡Muy cierto, Rocinante! La naturaleza nos entrega todas las respuestas.
P.: Tan solo deformaciones de ellas. La verdad no es de este mundo, sino del mundo de las ideas. Ahí es todo absoluto y las cosas se cumplen y son verdaderamente.
P. de E.: El ser es, el no ser no es. Toda nuestra realidad es mezcla de estos dos principios básicos.
D.: Pero en todo deviene el mundo. El mundo y sus formas devienen en el hombre sucedáneamente. Somos hombre y algo más.
M.B.: Y mucho diálogo de todos en nosotros. De todas estas razones, que muy bien ha dicho cada uno, saldrá una verdad que es incompleta siempre porque dialoga infinitamente con lo de acá o de acullá.
J.L.B.: Como un gran libro de arena, compuesto por infinitas voces granitadas. Ni principio ni fin...
D.: Y siempre devenir, devenir constante, devenir animal... nosotros devenidos por el diálogo -el diálogo en nosotros.
J.D.: Por lo mismo, señores, encontremos las respuesta mediante la deconstrucción. Aislemos los prejuicios, eliminemos los absurdos de pretensión de original y construyamos a partir de la deconstrucción.
A.Q.: ¡Claro! Como querer llegar al silencio, pero la única forma de llegar es a través de la misma palabra.
CH.B.: O como llegar a la muerte viviendo, viviendo.
M.de.U.: O como Cristo que llegó a los hombres a través de los mismos hombres. El Dios hecho hombre; la idea hecha carne.
A.Q.: Un idome, podríamos llamar. Que no es lo mismo que un omedeia, que es el ome hecho idea, como Gandhi, Teresa de Calcuta o el mismo Sócrates que está sentado unos puestos más allá.
J.D.: Aunque...


Pero fue tal mi mala fortuna i tanto el púrpura en mis sangres, que no pude continuar escribiendo i solo hasta ahí pude registrar tal conversación. Espero que conforme haias quedado, querido leetor. I disculpad mi falta de consideración, pero tal Poros me sentí engannado por la sensualidad rojiza del vino i de las musas que me cantaban, alegraban i distraían. Penía cobró su enganno en mí. Como su raçon sea siempre arruinar banquetes, esta vez fui la víctima della i no más supe del mundo hasta despertar al otro día, aún embriagado, arrimado a una higuera gruesa que de un higazo en mis narices me despertó sinespabilo.

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